«Vienen tiempos interesantes» dicen los chinos cuando el futuro es revuelto, oscuro y tormentoso, pero, las cosas pasan por algo y hay que aprender de ello.
De china no solo viene esta pandemia que nos trae a todos de cabeza, también un llamado de atención por lo que le hacemos a nuestro entorno, y también una lección de disciplina y conciencia grupal, de esto último (disciplina y consciencia grupal) aun nos falta mucho por asimilar. Si hacemos un resumen, este virus no es el único culpable de la debacle que se nos cierne, es solo quien nos ha quitado la venda de los ojos y ha expuesto nuestras debilidades y nuestros descuidos como sociedad.
Sin entrar en detalles por los cuales puedo ser catalogada de anarquista y quemada como una bruja por hereje, desviaré mis argumentos a horizontes menos violentos y más optimistas, pues, pese a que el 2020 ha sido una mierda, aun se puede aprender mucho de él y sacarle partido a lo que te rodea, ayudando además a tus vecinos más cercanos.
Uno de los fuertes de España, donde vivo ahora, es el turismo, y el 2020 ha resultado un año demoledor para muchos, se ha reducido a mínimos insostenibles las visitas y el consumo; viajar esta complicado, el miedo y el riesgo al contagio es real. De los asiáticos debemos aprender y crearnos nuestro mapa de maravillas, aquí, en nuestras cercanías, visitar y redescubrir tu hogar.
Aunque suene a que debo cambiar de camello o dejar eso que me estoy fumando, todos, absolutamente todos vivimos en un rincón del mundo lleno de lugares desconocidos, hermosos, con magia, mucha historia y con gente que vive y quiere mostrar estas maravillas, pero que no puede hacer el suficiente ruido para ser visibles en el mapa sin ayuda.
Puedo dar un ejemplo, donde resido ahora: Galicia, es una comunidad autónoma bastante peculiar, ella esta llena de grandes tesoros y de una historia rica y variada, pero no es tan conocida, pues, aparte de su capital Santiago de Compostela es poco lo que se ha promocionado de ella con la fuerza que merece. No esta llena de grandes ciudades cosmopolitas como lo son Madrid o Barcelona, sin embargo, les cuento que esta caja de sorpresas guarda verdaderas maravillas, más allá de visitar al santo, y comer hasta caer sentados.
Galicia es un joyero con cuatro compartimientos fabulosos, cargados de una riqueza histórica que va desde los celtas, pasando por los romanos, los suevos y hasta nuestros días.
Sus capitales son tan diferentes como curiosas, cargadas de una fuerte identidad, festivales fabulosos y rincones interesantes en sus periferias que pueden visitar sin problemas con un coche.
Solo Ourense, tiene a menos de 45 minutos de la capital, no menos de cincuenta o sesenta lugares que ver, villas que conservan dignamente su pasado medieval, monasterios de los siglos XII, XIII y XIV escondidos en rincones increíbles, miradores que te quitan el aliento, viñedos emplazados en lugares que dan vértigo, una gastronomía abundante, variada y exquisita.
La lista sigue y se extiende, pero me desviaría del objetivo. Así que retomemos; pese a que soy alguien inquieta y curiosa, debo admitir que este tema de la pandemia me dejo el miedo en el cuerpo y que veo difícil que viaje más allá de Galicia al menos hasta que me logre poner la vacuna.
¿Se animan y me cuentan que tal sus tesoros cercanos?
Texto y Foto: Raquel Rodríguez Ferré
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